viernes, 29 de octubre de 2010

Almería, te echo tanto de menos...


Hoy es día de lluvia.
Algo se mueve dentro y no sé muy bien qué es.
Él se marchó definitivamente y aún sigo pensando en su voz, en sus manos, en su talento.
Sigo pensando en Almería: en sus palmeras, en sus rocas, en su tierra dura y firme. Sigo echando de menos bajar a la playa casi sin peinar, con un pantalón ancho y ponerme a oler a los árboles y sus amigos antes de llegar.
Algo pasó en Almería: el bar dónde me tomaba cervezas y solía pensar en él, el deseo de ser madre, los niños y las niñas correteando sin parar en la plaza mientras yo les miraba siempre divertida y libre.
La niña que abrazaba a su perro con todas sus fuerzas.
La mar unos días revuelta y otras cristalina.
La casa en la montaña con sus luces y sus sombras.
Aquel extraño porche con mecedoras que me recordaba a las casas de los negros del Mississipi sin haber estado allí nunca.
Aquella mujer que salía a su patio y se sentaba contra la pared con los ojos cerrados.
La ventana del baño dónde me duchaba y dejaba que entrara el Levante con fuerza y me perfumara todo el cuerpo.
Las chimeneas moriscas, la bandera pirata de una casa lejana, las farolas encendidas y unas escaleras de piedra dónde una noche unos chicos franceses cantaron un rap y me hicieron viajar de repente a la periferia parisina.
La chica que hacía pendientes de fotos hechas por ella, en miniatura.
Yo la compré unas palmeras y me dijo que eran de un viaje que ella hizo a Cuba.
Almería, por dentro y por fuera.
Te echo de menos.
Y ahora la lluvia
me hace recordar
que un día estuve en ti,
pensando mucho en él,
pero contigo por fiel compañera: Almería...

Fotografía encontrada en el google de una playa de Cabo de Gata.

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