jueves, 1 de octubre de 2009

Matrioska Insumisa


¿Y si la matrioska anhela su independencia?
¿Y si las palabras de las mujeres que anidan en su interior no la dejan estar a solas?
Ella alberga a todas las mujeres, desde las más grandes a las más pequeñas.
Y su vientre cada vez se hace más grande, más extenso, más inabarcable...
Quizás un día todas ellas se marchen,
Dejándola preñada de enseñanzas y cariños,
Y entonces abrirá su boca al vaciar su interior
Y meterá en el hueco oscuro un pedacito de madera
con forma de corazón para acordarse de ellas,
Que caminarán libres de su placenta
Y ella empezará a llenar su vientre
con sueños, anhelos, estrellas...
Despoblada pero llena por siempre
del recuerdo de los cuerpos de las mujeres
que un día en su generoso vientre abrigó...

Anfibia


Cuando más triste estoy más anfibia soy.
Ni quiero abandonar la orilla ni quiero dejar de mojarme los pies.
Mujer-lagarto, mujer-pez, mujer-salamandra, mujer que nunca descansa. Aprenderé a ser pescadera para limpiar mis escamas y secarme las lágrimas al sol. Aprenderé a encauzar mis aguas hacia un puerto firme donde poder desde allí sentir el equilibrio y la calma de tener los pies en el suelo. Un suelo que nadie ha inventado sino que es suelo en sí mismo sin necesidad alguna de justificación ni acuse de recibo.No me esconderé más entre las grietas de los barcos varados. No enredaré más mi cola entre las algas putrefactas de la nostalgia. Me tenderé sobre una roca y volveré a sentir la tranquilidad. No enroscaré más mi lengua con las lenguas de los camaleones. Firmaré la paz con las mareas. Lameré la corteza del árbol y sólo así dejaré de ser anfibia. Recuperando por fin mi raíz perdida. Y en lo alto del faro gritaré mi nombre hasta que las olas se queden paradas en el punto más alto del vuelo. Y allí... sin la cola ahogando mis entrañas, iré tirando las escamas una a una para que caigan en tierra y se seque mi sed de imposibles. Quiero lo posible. Olvidar a los besugos y sus conversaciones. Quiero los pies: caminar y no reptar. Estar erguida. No volver a revolcarme en la ciénaga de los anfibios.

"Mujer lagarto" de Patricia Tobaldo Sastre.