domingo, 19 de junio de 2011

La sábana de Lilith


Había una vez un tendedero sin ropa y una mujer sin sonrisa. La mujer se llamaba Lilith y se pasaba el día durmiendo. Un día sin saber muy bien por qué decidió airear la sábana que la arropaba. Había llorado tanto sobre ella que se dijo: ¿Para qué lavarla? Además no tenía ganas de oír el ruido de la lavadora. Bastante ruido tenía ella en su cabeza. Bastantes vueltas había dado en la cama cómo para ver girar de nuevo a una máquina. Después volvió a la cama sin sábana y se volvió a quedar profundamente dormida. Pero allá fuera iba a ocurrir algo maravilloso. La sábana tenía tantas lágrimas guardadas que volaron y cayeron sobre las macetas de las ventanas. Muchas de ellas estaban sin regar y con las flores marchitas. Y en cuanto notaron las lágrimas comenzaron a crecer y crecer hasta invadir todo el patio con sus pétalos gigantes. Luego salieron como pequeños vientos los suspiros que eran tantos y tan profundos que la sábana comenzó a inflarse. Se infló tanto tanto tanto que empezó a subir como un globo y el sol que estaba aquel día más bajo de lo normal se metió dentro de ella. Al ver la luz tan brillante que había en aquel patio, una bandada de pájaros bajó del cielo. Cogió las cuatro puntas de la sábana como si fueran los cuatro puntos cardinales e hicieron con su pico un nudo bien fuerte para que aquella luz tan brillante no se escapara. Los pájaros aparecieron en la ventana de Lilith y comenzaron a picotear el cristal. Pic, pic, pic, pic, pic, pic, pic, pic. Lilith abrió los ojos de golpe y vio que su habitación estaba más iluminada que nunca y se asustó. ¿De dónde viene esa luz? Se preguntó. Posó sus fríos pies en el pasillo y fue a la ventana del patio. Y allí vio la sábana ahora convertida en un inmenso balón columpiado por el aire. Lilith quitó las pinzas y en vez de echarlo a volar lo metió en su casa. Se sintió una niña jugando con una pelota gigante. Y de repente abrió la sábana naranja y el sol la bañó con todos sus rayos. Se fue volando por el pasillo, impregnando de luz cada rincón de las habitaciones, deshaciendo telarañas, deshaciendo oscuridades. Antes de irse, la secó todas las penas de su corazón y se marchó volando por la ventana. Lilith decidió entonces vestirse. Había llegado el momento de salir de nuevo a pasear.

Sal a la Vida


“Las lágrimas son saladas para recordarnos
Que después de la pena,
No hay que olvidarse jamás de
Seguir echándole sal a la vida.”

Poemilla escrito por mí y garabato Paint.