miércoles, 31 de marzo de 2010

Yo misma me humedecí...


Me hice un moño a lo "geisha" y me faltó ponerme dos palillos en cada extremo. Pero no quise que nada sobresaliera de mi cabeza. Ningún asta levantada, ninguna bandera, ningún clavo en mí. Quería sobriedad, un minuto de esencia. A falta de tu humedad yo misma creé la mía. Líquido de lágrimas que un día metí en un jarrón y allí lo dejé macerar. Con el pelo bien recogido alargué mis brazos y éstos se hicieron kilométricos para acunar mis llantos. Una bañera nacida de mis ojos. Miré mis piernas como adelgazaban a cada gota que iba llenando mi cuerpo. Y el recogido siguió en su sitio, impasible ante la acuosa invasión. Invasión que pude frenar con mis manos, recogiendo así toda la humedad. Entonces me vi reflejada en ella como la niña que ve por primera vez la bañera y vuelve a sentir el elemento en el que vivió durante nueve meses. El agua se quedó quieta, mi recogido aún más quieto. Abrí las manos que apresaban las lágrimas y al hacerlo nada ocurrió. No hubo inundaciones, ni cataclismos, ni tsunamis. El agua siguió quieta, volando a ras del suelo. Entonces cogí el jarrón y metí el agua en su interior. Y con ella regué las plantas. Se me deshizo el moño y cayó todo el pelo sobre mí, sintiendo su calor. De esas lágrimas nacerán las flores, me dijo la luna cuando miré tras el cristal y los brazos volvieron a ser de su tamaño habitual. Y tarareé la frase de la luna una y otra vez más: De esas lágrimas nacerán las flores, de esas lágrimas las flores nacerán...

1 comentario:

  1. Preciosas palabras, Laura...
    Yo llevo semanas con el pelo suelto y viviendo mi primavera... Aun asi las flores no han llegado todavia. Supongo que todo es cuestion de tiempo y de regar un poco mas...
    Besos desde Francia

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